6/4/12

TEXTO NARRATIVO


Definición.
Narrar es contar. La narración es un tipo de texto en el que se cuentan hechos reales o imaginarios. Al abordar el análisis de los textos narrativos es necesario estudiar la historia y las acciones que la componen (argumento), los personajes que las llevan a cabo, el tiempo y el espacio donde se desarrollan, cómo se ordenan todos estos elementos (estructura) y desde qué punto de vista se cuentan.
La estructura básica de este tipo de texto es la organización temporal. En la narración clásica pueden distinguirse tres segmentos: situación inicial, complicación, nudo y desenlace.

PRACTICA.

TEXTO NARRATIVO

Un tigre que cuando cachorro había sido capturado por humanos fue liberado luego de varios años de vida domestica. La vida entre los hombres no había menguado sus fuerzas ni sus instintos; en cuanto lo liberaron, corrió a la selva. Ya en la espesura, sus hermanos teniéndolo otra vez entre ellos, le preguntaron:
-¿Que has aprendido?
El tigre medito sin prisa. Quería transmitirles algún concepto sabio, trascendente. Recordó un comentario humano: "Los tigres no son inmortales. Creen que son inmortales porque ignoran la muerte, ignoran que morirán."
Ah, pensó el tigre para sus adentros, ese es un pensamiento que los sorprenderá: no somos inmortales, la vida no es eterna. -Aprendí esto- dijo por fin-. No somos inmortales solo ignoramos que alguna vez vamos a....
Los otros tigres no lo dejaron terminar de hablar, se abalanzaron sobre el, le mordieron el cuello y lo vieron desangrarse hasta morir. Es el problema de los enfermos de muerte -dijo uno de los felinos-. Se tornan resentidos y quieren contagiar a todos.''
Marcelo Birmajer, El tigre enfermo
En el texto narrativo nos encontramos con un emisor que da vida al relato y nos cuenta, desde un determinado punto de vista, una historia que le sucede a uno o varios personajes en un lugar y tiempo determinados. Puede haber intercalación de diálogos, como en este caso. Por tratarse de un relato literario, se sobreentiende que los hechos relatados son imaginarios. 

NARRADOR
1) Luego se habían metido poco a poco las dos y se iban riendo, conforme el agua les subía por las piernas y el vientre y la cintura. Se detenían, mirándose, y las risas les crecían y se les contagiaban como un cosquilleo nervioso. Se salpicaron y se agarraron dando gritos, hasta que ambas estuvieron del todo mojadas, jadeantes de risa.
A) 3ª persona. Narrador omnisciente.         B) 3ª persona. Narrador observador.
C) 1ª persona. Narrador protagonista.
2) La mañana del 4 de octubre, Gregorio Olías se levantó más temprano de lo habitual. Había pasado una noche confusa, y hacia el amanecer creyó soñar que un mensajero con antorcha se asomaba a la puerta para anunciarle que el día de la desgracia había llegado al fin.
A) 3ª persona. Narrador omnisciente.       B) 3º persona. Narrador observador.
C) 1ª persona. Narrador protagonista.
3) A los seis años ya había captado por completo su entorno mediante el olfato. No había ningún objeto en casa de madame Gaillard, ningún lugar en el extremo norte de la rue Charonne, ninguna persona, ninguna piedra, ningún árbol, arbusto o empalizada, ningún rincón, por pequeño que fuese, que no conociera, reconociera y retuviera en su memoria olfativamente, con su identidad respectiva. Había reunido y tenía a su disposición diez mil, cien mil aromas específicos, todos con tanta claridad, que no sólo se acordaba de ellos cuando volvía a olerlos, sino que los olía realmente cuando los recordaba; y aún más, con su sola fantasía era capaz de combinarlos entre sí, creando nuevos olores que no existían en el mundo real.
A) 3ª persona. Narrador omnisciente.                B) 3ª persona. Narrador observador.
C) 1ª persona. Narrador protagonista.
4) Fue entonces cuando se torció el tobillo [...] Cayó en mala posición: el empeine del pie izquierdo cargó con todo el peso del cuerpo. Al pronto sintió un dolor agudísimo; pensó que se había roto el pie. Con alguna dificultad, sentado en el césped, se quitó la zapatilla y el calcetín, comprobó que el tobillo no estaba hinchado. El dolor amainó en seguida, y Mario se dijo que con suerte el percance no revestiría mayor importancia. Se puso el calcetín y la zapatilla; se incorporó; caminó con cuidado: una punzada le desgarraba el tobillo.
A) 3ª persona. Narrador omnisciente.                 B) 3ª persona. Narrador observador.
C) 1ª persona. Narrador protagonista.

EL ÁGUILA Y LA ZORRA
Un águila y una zorra que eran muy amigas decidieron vivir juntas con la idea de que eso reforzaría su amistad. Entonces el águila escogió un árbol muy elevado para poner allí sus huevos, mientras que la zorra soltó a sus hijos bajo unas zarzas sobre la tierra al pie del mismo árbol.
Un día que la zorra salió a buscar su comida, el águila, que estaba hambrienta cayó sobre las zarzas, se llevó a los zorruelos, y entonces ella y sus crías se regocijaron con un banquete.
Regresó la zorra y más le dolió el no poder vengarse, que saber de la muerte de sus pequeños;
¿Cómo podría ella, siendo un animal terrestre, sin poder volar, perseguir a uno que vuela ? Tuvo que conformarse con el usual consuelo de los débiles e impotentes: maldecir desde lejos a su enemigo.
Más no pasó mucho tiempo para que el águila recibiera el pago de su traición contra la amistad. Se encontraban en el campo unos pastores sacrificando una cabra; cayó el águila sobre ella y se llevó una víscera que aún conservaba fuego, colocándola en su nido. Vino un fuerte viento y transmitió el fuego a las pajas, ardiendo también sus pequeños aguiluchos, que por pequeños aún no sabían volar, los cuales se vinieron al suelo. Corrió entonces la zorra, y tranquilamente devoró a todos los aguiluchos ante los ojos de su enemiga.
“Nunca traiciones la amistad sincera, pues si lo hicieras, tarde o temprano del cielo llegará el castigo”.
EL JOVEN Y EL LOBO (ESOPO)
Un joven pastor, que cuidaba un rebaño de ovejas cerca de una villa, alarmó a los habitantes tres o cuatro veces gritando:
-¡El lobo, el lobo!
Pero cuando los vecinos llegaban a ayudarle, se reía viendo sus preocupaciones. Mas el lobo, un día de tantos, sí llegó de verdad. El joven pastor, ahora alarmado él mismo, gritaba lleno de terror:
-Por favor, vengan y ayúdenme; el lobo está matando a las ovejas.
Pero ya nadie puso atención a sus gritos, y mucho menos pensar en acudir a auxiliarlo. Y el lobo, viendo que no había razón para temer mal alguno, hirió y destrozó a su antojo todo el rebaño.
“Al mentiroso nunca se le cree, aun cuando diga la verdad”.

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